"(...)
Yo después de aquello que me hicieron en el Camino Viejo de San Lorenzo ya
decidí no volver a salir a la calle con el vestido rojo de la UHP, si hubiera
estado sola no me hubiera importado que me fusilaran, pero mis pobres sobrinos
huérfanos me necesitaban, tu abuela Lola tan triste y sin parar de llorar
durante años cuando recordada a Pancho y al niño Braulio. Aquellos falangistas
abusaron de mi entre todos cuando tenía 22 años, pero no perdí jamás ni la
dignidad ni la decencia, tal vez por eso nunca volví a tener pareja, me encerré
en mi misma como otras mujeres que sufrieron el terror del fascismo
¿Él luto?
No me lo quité en muchos años, pero ese luto que más llevaba y llevo por dentro
fue de lo que me hicieron aquellos fascistas cuando iba a trabajar las seis de
la mañana a las plataneras de los Ramírez, este luto fue por el pobre Pancho
cuando lo fusilaron en el campo de tiro de La Isleta, el luto más grande fue
por mi niño Braulio cuando delante de nosotras le destrozaron la cabeza contra
la pared de la casa. Ese luto nunca me lo pude quitar, tu sabes que yo soy creyente,
siempre te he dicho que el primer comunista de la tierra fue Jesucristo, por
eso leo estos viejos libros de santos y vírgenes como dice Diego, tu padre. Es
lo único que me quedó a lo que agarrarme, destrozaron nuestra familia esos
asesinos, sus herederos seguirán siempre tratando de que jamás salga a la luz
lo que nos hicieron, te encontrarás hasta alguno que presuma de ser de
izquierdas, estos están infiltrados en todas partes, son perros asesinos y
nunca dejarán de serlo..."
Fragmento
de la entrevista a mi tía Rosa García, realizada el 2 de mayo de 1978 en su
casa de El Puente (Tamaraceite) Gran Canaria.
Imagen: Lola y Rosa, parte de mi sangre y de mi lucha |
Premonitoria la gran Rosa García, ya hemos visto el negacionismo del algunos fascistas con el asesinato del niño Braulio, como si una familia que tanto ha sufrido tuviera la necesidad imperiosa de inventarse más crímenes. Eso solo puede venir de personajes que tienen mucho que ocultar en sus familias, manos manchadas de sangre que no la pueden limpiar ni con el agua sabor a mierda de su vergonzoso poder. Cloacas, a mi me huele a mierda.
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