lunes, 20 de enero de 2020

Del amor homosexual y la represión de los franquistas

"(...) Vimos varias veces a don Antonio, el cura, rondando por la parte baja del bosque de acebuches mirando parriba, no era normal que el párroco de Moya se acercara por el remoto pago de Los Toscales, enseguida Sebastián y yo pensamos que alguien le tenía que haber dicho que en la casa-cueva de Inesita Almeida estábamos viviendo dos hombres "en pecado".
No nos preocupamos porque ya nos había pasado varios años antes cuando vivimos en el Barranco del Laurel, cuando fuimos vigilados por los vecinos y hasta por don Fernando, el cura de Fontanales, que se acercó varias veces a nuestra casa, pero no pasó nada más que alguna reprimenda:
-Hijos míos ya sabéis que nuestro señor lo ve todo y que no se puede manchar su santa misericordia- nos dijo el viejo diacono, lo que hicimos fue recogerlo todo y marcharnos cada uno con nuestras familias para evitar problemas.
Pero en el año 35 decidimos de nuevo vivir juntos en un lugar más discreto y alejado de la población, por eso acordamos alquilar la casa de Inesita a cambio de trabajarle sus tierras y cuidarle sus cabras guanilas que estaban sueltas por esos bosques de laurisilva.
Era la noche de Navidad del 37, habíamos cenado y tomado dos botellas de vino del Lentiscal, estábamos los dos abrazados en el camastro de paja, cuando escuchamos los golpes en la puerta, los disparos que mataron los dos perros ratoneros, los insultos de los falangistas, las arengas de don Antonio. Fue todo tan rápido, a Sebas lo sacaron desnudo y allí mismo le metieron un hierro al rojo vivo por el culo hasta causarle la muerte, a mi me colgaron por las piernas del tendedero y comenzaron a toquetearme y golpearme con las culatas de los fusiles:
-Maricones de mierda, asquerosos, pecadores, hijos de puta, jediondos, guarras, rojos, cobardes- y más insultos que no puedo recordar porque perdí el conocimiento, solo recuerdo despertarme llegando al campo de concentración de Gando con el cuerpo destrozado, de donde no salí hasta el traslado varios años después a la cárcel de Barranco Seco, en los dos sitios sufrí todo tipo de abusos y violaciones por mi condición sexual, jamás olvidaré al amor de mi vida, jamás perdonaré a los que destruyeron mi vida..."
Fragmento del testimonio de Luis Báez Benítez, preso político canario, entrevista realizada por Francisco González Tejera en Lavapies, Madrid (1991).
Imagen: "Impunidad que tortura". A 20 años de la despenalización de la homosexualidad en Ecuador. Por Carlos E. Flores; Ilustraciones: Mónica Rodríguez.

2 comentarios:

  1. Me afecta muchísimo tu blog, todas tus entradas son demoledoras. No soy de ir poniendo comentarios, no suelo comentar en ningún sitio, por eso no comento. Perdóname. Sólo quería que lo supieras.

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  2. Muchas gracias Berta, no te preocupes por no comentar, estás presente aunque no comentes, solo con leer estás y formas parte de este rincón de letras y esperanza. Nada que perdonar, te agradezco inmensamente tus palabras. Un fuerte abrazo!

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