jueves, 26 de diciembre de 2019

TAMADABA

Los dos habíamos pedido a nuestra gente cercana reposar algún día en esa brisa fresca de Tamadaba, hoy por casualidad tras mi felicitación de cumpleaños a mi amigo y hermano Luis Carlos García Marrero, me dijo que esta tarde iría con su hija a depositar unas flores en los acantilados del "Fin del Mundo" en homenaje a sus queridos padres. Hablamos esta mañana de un lugar que sin saberlo es tan especial para los dos, el sitio junto a la pre cordillera Andina, allá en la Quebrada de Humahuaca (Argentina), donde más profundamente he dormido, tal vez la energía telúrica de las piedras ancestrales que formaron la isla, quizá que se aglutina toda la fragancia mágica de los pueblos originarios que de alguna forma siguen habitando el espacio más íntimo de la Madre Tierra. Mujer tenía que ser, Tamadaba, el territorio más limpio de nuestros sueños, de donde jamás partiremos del todo, solo tendrán que recordarnos en el último instante del rojo de la puesta de sol.
Foto: Iván Cárdenes, tomada el 18 de agosto de 2012

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