domingo, 15 de diciembre de 2019

Hay una memoria...

Hay una memoria vendida, de salón y acto protocolario, de mesa compartida con traidores a la clase trabajadora, con amigos del fascismo, con encubridores del genocidio.
Hay una memoria de subvención, de tarjeta de crédito gubernamental, de amiguismo, de oficialismo, de cheque en blanco para pisotear las ideas de los que fueron asesinados por defender la libertad.
Hay una memoria traicionada, pisoteada, humillada, falseada, vilipendiada, la de quienes no pueden sacar a sus muertos de las fosas comunes y cunetas.
Hay una memoria amiga del poder, que se sienta junto a los herederos de los asesinos a discernir la mejor forma de que jamás se conozcan los nombres de los criminales.
Hay una memoria que sigue alzada, que no se vende, que no se arrodilla ante nadie, que lucha por rescatar no solo huesos, sino las ideas revolucionarias de quienes fueron torturados y acribillados a balazos por defender a los humildes.
Hay una memoria a la que no invitan a sus fastos porque temen que sus portavoces digan algo disonante con el actual régimen.
Hay una memoria roja hasta lo mas hondo de los corazones, una memoria que no quieren en las mesas de debate, la que dice lo que piensa, que no se calla, la que pretenden amordazar porque pone nombres y apellidos a los asesinos y a los actuales encubridores.
Hay una memoria entristecida de tanto boicot a familias que solo quieren enterrar dignamente a sus muertos, una memoria jamás vencida, que levanta el puño y se rebela contra quienes manipulan la historia, las tristes cifras de los asesinados por el fascismo.
Hay una memoria de la claridad, de la esperanza, de la ternura revolucionaria, de la insurgencia, la memoria que jamás será vencida y que pasará de generación en generación hasta la victoria.


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