A su majestad le gustan las joyas, cuanto más caras mejor, paga el pueblo con su miseria, con millones de niños que están pasando hambre en España, con el dinero de la sanidad pública, con las miles de familias desahuciadas cada mes.
A doña Leticia, consorte del Borbón, le vuelve loca coronarse con la tiara rusa de oro y diamantes de altos quilates, se estira, parece una muñeca, su cara no trasmite felicidad aunque lo tenga todo, algo falla, misterios de la monarquía que no hay Peñafiel que los resuelva, algo inquietante ronda ese gesto de opulencia desmedida, cuando hay millones de familias enteras sin ningún ingreso, millones que sobreviven en la exclusión social, sin comida, sin calefacción en este frío invierno.
Pero Leticia se sigue bañando en oro, en soberbia desmedida, en codicia. Sueña la reina con guillotinas y nubes negras? No lo sabe nadie, la monarquía medieval española gasta millones en abalorios millonarios inútiles, tantos tesoros para nada, para seguir manteniendo una institución sin sentido. Mientras Leticia sigue forzando la sonrisa de la oscuridad.
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