Lola y Rosa García, hermanas inseparables, ambas víctimas directas del genocidio franquista en esta tierra canaria masacrada por una oligarquía criminal, por una Iglesia Católica con sus Sagrarios manchados de sangre obrera.
Las dos vivieron años terribles, las dos vieron como manos fascistas arrojaban contra la pared a su amado Braulio, madre y tía, tía y madre, increpando a los criminales vestidos de azul con el bebé destrozado, muerto en su cunita.
Alguien me pidió ver sus caras, alguien que lucha en silencio, Lola y Rosa, Rosa y Lola, dos poesías alzadas, dos almas, dos cuerpos vejados por la tristeza, por el odio de quienes no ven más allá de las rendijas de su codicia, esos seres inmundos, los que sembraron España de fosas comunes, cunetas y pozos repletos de cuerpos nobles y buenos, de aquellas, de aquellos que fueron asesinados por defender la libertad.
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