sábado, 11 de noviembre de 2017

Entre flores de lavanda

El falangista peninsular Pelayo García-Albiol disparó de repente en la nuca de la joven Margarita Santiago, sin avisar al resto de fascistas, la joven cayó fulminada echando un inmenso chorro de sangre por su cabeza destrozada, el cabo de la guardia civil de Arucas Nacho Cardona, se quedó pálido por unos segundos, luego comenzó a carcajearse junto al resto de la Brigada del amanecer.

Esa noche habían violado a tres mujeres en el barranco de La Mina cerca de San Mateo, las llevaban al pozo de la Heredad de Aguas junto al cauce del Guiniguada, pero ninguno de los hombres de azul imaginaban que el joven soriano, al que conocían como Albiol "El grande", iba a comenzar tan pronto a matar, ya que todavía quedaban varios kilómetros hasta el agujero de la muerte.

El resto de muchachas se arrodilló, empapados en sangre sus muslos, vaginas y anos, trataron de reanimar entre golpes de los sediciosos a la pobre Marga, que yacía muerta sobre una tunera repleta de pinchos.

Alicia Cabrera y Tania Silva, chiquillas que no pasaban de los dieciocho años, no querían dejar abandonada a su compañera muerta que todavía desprendía calor de su cuerpo, todas tabaqueras y vecinas de La Isleta, secuestradas de sus casas la noche anterior en la calle Faro y Albareda de Las Palmas de Gran Canaria, para pasar sus días y noches más terribles, con todo tipo de golpes, patadas, aberraciones indefinibles, tortura y la violación múltiple por más de veinte requetés, guardias civiles y falanges, que en fila de dos iban entrando a la pequeña habitación con una cama en el centro de detención, ubicado en la calle Luis Antúnez, junto a la playa de Las Alcaraveneras en la capital de la isla.

El disparo de Albiol no se esperaba tan pronto, tampoco que allí mismo decidieran asesinarlas a todas antes del llegar a la boca del pozo del cacique José María Bravo de Laguna de Ilurdoz:

-¿Pero Pelayo no íbamos a tirarlas al pozo de Chema después de meterles tres tiros en sus cabezas cojones? Dijo el falange navarro Carlos Piedrahita, que sonreía medio borracho por el extremo abuso del ron de caña.

Albiol no pudo evitar seguir carcajeándose y dijo:

-Por estas putas escorias vivientes no merece la pena caminar hasta el fondo del barranco, aquí las matamos las descuartizamos, me como sus corazones y las metemos en una fosa, además ya hemos bebido demasiado ron para luego no poder subir la cuesta cabrón-

El resto de falanges manoseaban sus cuerpos desnudos repletos de heridas, cardenales y la sangre que inundaba cada centímetro, cada poro de sus frágiles pieles jóvenes:

-Disparen ya asesinos cobardes, niñatos que no se atreven a enfrentarse a hombres armados que defiendan a nuestra clase trabajadora- exclamó Alicia, casi sin voz, tocándose el sexo de donde brotaba una abundante hemorragia.

Al momento la turba criminal del yugo y las flechas se le echó encima y comenzaron a darle culatazos de máuser en los hombros, espalda, pecho, brazos, hasta que la chica dejó de gritar y moverse, quedando inerte sobre el abundante barro generado por las primeras lluvias de noviembre del 37.

Tania se quedó helada, la soga de pitera casi le había destrozado las muñecas y no se podía mover, ni siquiera tenía fuerzas para intentar correr hacia la tupida vegetación de laurisilva:

-Déjenla malditos, déjenla ya, no ven que ya está muerta criminales abusadores- dijo Tania entre llantos y el grupo de falangistas se abalanzó sobre ella, pero Albiol les ordenó parar:

-Si me chupas la polla te dejó marchar y todos contentos, ya tenemos bastante con tus dos amiguitas- dijo el soriano tambaleándose por la borrachera.

La joven se quedó arrodillada y asintió con la cabeza mientras el jefe falange se desabrochaba la bragueta y le pasaba su pene por los labios:

-Está buena esta podrida, luego seguís vosotros- habló mientras se masturbaba el jefe insular de falange nacido en Castillejo de San Pedro, Valdeprado, Soria.

La joven se introdujo el pene en la boca y comenzó a chuparlo, mientras el resto de hombres la jaleaba organizándose en fila para disfrutar de aquel momentáneo placer sexual.

Tania lo miró a los ojos unos segundos y le dio una fuerte mordida entre los gritos y alaridos de Albiol que no podía soltar la presa, los hombres la golpeaban con los fusiles en la cabeza y ella no se la soltaba, casi inconsciente notó que se la arrancaba y se quedaba con su aparato genital en su boca.

La imagen era dantesca, la muchacha ya muerta con el gran falo todavía erecto en su boca, Albiol gritando, casi aullando de dolor, echando un chorro de sangre por el minúsculo muñón de pene que le quedaba, tratando de parar la hemorragia con su camisa azul repleta de galones y medallas.

Se llevaron en volandas al jefe Albiol al coche aparcado cerca de Utiaca, dejaron a las desgraciadas jóvenes sin enterrar junto a la fosa medio abierta, al rato Narciso Pérez, pastor de Las Lagunetas, que había visto todo oculto desde un roque cercano, se acercó, todo estaba lleno de la sangre de las chicas y del fascista, se agachó como si recolectara millo y les puso una flor de lavanda a cada muchacha en su frente, se persignó mirando al cielo y rezó un padrenuestro, antes de partir junto a sus cabras hacia los lugares más inhóspitos de Ayacata.

http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es

Dibujo de Castelao "Todo por la Patria, a relixión e a familia"

1 comentario:

  1. A cada uno de esos malditos se les debería haber hecho igual... ojalá algún se haga justicia justa! Salut

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