sábado, 14 de octubre de 2017

Por desgracia hijos del mismo siglo

La barbería de Tamaraceite era el lugar ideal para buscar información, por eso el coche negro, un Ford americano, aparcó en la carretera de tierra junto a la iglesia, interrumpió el escaso tráfico, Manolito Hiedra, que venía con su carro cargado de sacos de papas, arrastrado por un burro tuvo que esperar por los dos somatenes.

El más alto de los hombres llevaba un traje negro impecable y una corbata azul, gafas negras y el pelo peinado hacia atrás con brillantina. Se quedó mirando con mala cara al pobre jornalero que bajó la cabeza muy asustado con la boina calada hasta las orejas:

-¿Qué pasa carajo? ¿Qué miras cabrón de mierda?- dijo el fascista conocido como “Cabral”, mientras Hiedra temblaba de miedo.

Dentro del minúsculo recinto estaba Juanito Sosa el barbero leyendo el periódico:

-Buscamos a Gregorio Suárez- dijo el otro policía, un gallego, apellidado Muiños, con una cicatriz en la parte inferior del ojo derecho y un bigote muy fino sobre sus labios.

Al barbero le temblaban las piernas, sabía a lo que se arriesgaba si no daba la información adecuada, se les quedó mirando con mucho miedo, se apreciaba claramente el bulto de las pistolas bajo las chaquetas negras.

En el pueblo no se olvidaban de los crímenes cometidos desde el golpe de estado, las decenas de desaparecidos, los fusilados junto al alcalde comunista Juan Santana Vega, pasaban los años desde el 36 a comienzos de los 60, pero el miedo estaba incrustado hasta la médula de cada vecino, nadie se atrevía a mencionar todo lo que había pasado, la persecución, las torturas salvajes, las vejaciones sobre cientos de habitantes del municipio, las violaciones a las mujeres más jóvenes, el robo de los hijos de los asesinados para venderlos a familias vinculadas al régimen:

-Gregorio se fue pa Venezuela hace años- dijo el barbero y Muiños cerró la puerta de una patada, le dio un cabezazo y lo levantó del suelo contra el espejo de la pared:

-Habla hijo de puta, dinos donde está Gregorio o te parto el pescuezo-

Afuera Manolito escuchaba los gritos de los fascistas, el burro estaba muy inquieto y trataba de soltarse del carro para perderse galopando, la gente que subía andando por la Carretera General aceleraba el paso asustada, dentro el barbero estaba ya casi asfixiado, tenía una herida profunda en la cabeza por otro violento golpe con el mango del revólver de Cabral:

-Está escondido en la casa de su sobrina, Rosa Tejera, en La Montañeta, está metido en la cueva de la habitación del fondo, en un agujero bajo tierra- dijo el barbero con la voz rota por la estrangulación y la conmoción de los golpes.

Con una sonrisa irónica el guardia Cabral ordenó a Muiños que lo soltara, que lo dejará en el suelo, mientras se arreglaba las patillas con una navajilla de afeitar.

Juanito se quedó acurrucado en una esquina mientras los dos hombres abandonaban la barbería en silencio.

Afuera escuchó como se cerraban las puertas del auto, el ruido del motor, las pisadas del burro y el sonido de las ruedas oxidadas del carro.

Eran las cuatro de la tarde pero parecía de madrugada, Tamaraceite estaba en silencio, solo algún pájaro revoloteaba y cantaba en los laureles de India de la plaza, el sabor de la sangre en una boca seca, casi muerta, sin saliva.

http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es

Dibujo de Castelao en la serie Galicia Mártir. (Febrero de 1937).

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