lunes, 2 de octubre de 2017

Surcando las raíces

La subida desde Tazacorte era durísima hasta la entrada de la Caldera de Taburiente, la masacre había sido total, casi no pudieron defenderse cuando los rodeó la guardia civil y acribilló a la mayoría de los alzados del incipiente maquis, ni siquiera tuvieron tiempo de organizarse en los montes, el avance fascista les sorprendió muy cerca de las montañas de El Paso, fue imposible rechazar los disparos, no había Máusers para todos, ni siquiera equipamiento militar adecuado para resistir en un terreno tan agreste y geográficamente complicado.

Carlos Guerra y Manuel De Paz subían con las armas a cuesta, una mochila con los escasos alimentos, algo de pan duro, un lebrillo de gofio, un poco de queso de Garafía, una cantimplora de agua para los dos que iban rellenando en los abundantes manantiales y riachuelos.

No paraban de subir reventados por el peso y sabían que los fascistas seguían su rastro, sobre todo la sangre que dejaba Manuel por la herida de disparo en el muslo derecho, eran conscientes que el torniquete no era suficiente para parar del todo la hemorragia y que la intensa cojera dificultaba la subida:

-Márchate solo déjame aquí, todavía faltan tres horas para la Caldera, no puedo permitir que te detengan por mi culpa- dijo el guerrillero herido con la cara blanca y muy pálido por el cansancio y la perdida de sangre.

-Sigue hombre, sigue, no voy a dejarte pa que te cojan esos cabrones del tricornio, no lo voy a permitir, lo vamos a lograr camarada, ya queda menos- susurró Carlos asfixiado por la pronunciada subida.

Comenzaron a tirar cosas para aligerar, arriba se veía la cumbre, el final del barranco, preferían no mirar, parecía que no se acababa nunca y Manuel comenzó a no poder más, cayó desvanecido boca abajo, Carlos lo atendió, le dio la vuelta, abrió levemente los ojos:

-Sigue tú joder, sigue tú, no puedo más-

Su amigo le miró el muslo, estaba muy negro y la herida se veía infectada con mucha pus y sangraza, un hilillo de líquido rojo casi permanente como si fuera un volcán semiapagado, como los de Fuencaliente en el sur, por donde manaba esa lava inextinguible, eterna, la que calentaba la tierra y los corazones de un pueblo casi vencido.

Carlos miró hacia abajo y vio la partida de guardias civiles que subía:

-Ya vienen hermano, ya vienen, un último esfuerzo cojones- pero ya Manuel dormitaba con cara de muerto.

Dejó a atrás el Máuser de Manolillo, las mochilas, solo se llevó su fusil y la certera pistola Astra, le dio un abrazo largo a su compañero, estaba muy frío, un beso en la mejilla sudorosa, el joven de Barlovento le contestó con una sonrisa leve:

-Sigue compadre, sigue, lo vas a lograr, yo te cubriré, resistiré lo que pueda, pero ya sabes que estoy muerto, ¡Viva la República!-

Carlos salió corriendo, estaba en forma, siguió practicando su deporte favorito, el atletismo, hasta pocos días antes del golpe de estado del 36, corría una media de veinte kilómetros diarios campo a través en los montes de Los Llanos de Aridane.

Subió y subió y casi entrando en la Caldera comenzaron los disparos, se subió a una piedra enorme y vio como Manuel se enfrentaba a un grupo de unos treinta guardias civiles y catorce falangistas, salían disparos de una zanja junto una galería de agua, disparos con un inmenso eco, los fascistas disparaban, avanzaban para rodearlo, vio caer a uno con tricornio, se oían los gritos de los sediciosos, los insultos, hasta que hirieron de muerte al guerrillero.

Se le revolvieron las tripas cuando lo arrastraron por la ladera con las piernas atadas, las risas de los fascistas cuando lo colgaron de un tilo y comenzaron a hacer prácticas de tiro con el cuerpo destrozado.

Llorando se internó en el bosque ancestral de la Caldera, recordó las historias del indígena Tanausú, su heroica resistencia a los castellanos tantos años atrás, se emocionó con las cascadas mágicas, el río Taburiente, el canto de las grajas, los rayos de sol entre los pinos centenarios.

http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es

Guerrilleros antifascistas asesinados expuestos por la Guardia Civil

No hay comentarios:

Publicar un comentario