domingo, 1 de octubre de 2017

La fosa junto al chilaud

La pareja de turistas belgas observaba con asombro como la excavadora removía la tierra repleta de restos humanos junto a la playa de Pasito Blanco en el sur de Gran Canaria. Vieron claramente como rodaban por la ladera de escombros cinco cráneos con tiros en la nuca, junto a otros restos óseos de vértebras, fémures, brazos y manos.

Trataron de que se paralizara la construcción del campo de golf junto al chilaud, pero fue imposible, enseguida llegó en un todoterreno un tipo gordo con casco que se identificó como encargado en un rudimentario inglés, ordenando al operario que destrozara y enterrara los huesos.

José Juan Fajardo Santiago, vecino de San Fernando de Maspalomas, responsable de la obra hizo una llamada a su jefe López, el móvil sonaba y sonaba y nadie respondía, volvió a reiniciar la llamada un buen rato, hasta que se escuchó la voz del conocido empresario:

-¡Qué coño quieres joder? Te dije que hoy estaba ocupado con mis niñas- dijo el millonario constructor desde la cama del chalé de Ayagaures con dos menores enredadas en las sábanas y la mesa de noche repleta de rayas de coca.

-Mi amo es que dos giris vieron los jodidos huesos de los muertos del franquismo, tememos que vayan a la guardia civil y denuncien- dijo desesperado el sicario responsable del destrozo en aquellos suelos vírgenes.

-Tu tranquilo Fajardo cojones, ya sabes que aquí no se mueve nada sin que pase por nuestro alcalde fiel testaferro y buen empleado del Conde, no te preocupes, basta como hacemos siempre con escachar y enterrar cada hueso del puto franquismo que se encuentre- gritó en el auricular desnudo y borracho en la enorme cama de agua.

Era habitual la consigna de las constructoras de toda la isla que ante cualquier resto arqueológico o del franquismo había que destruir y enterrar, no se podía permitir una paralización de obra que pudiera perjudicar las inversiones millonarias:

-¿Como vamos a parar cualquier obra por unos huesos, ya pagamos bastante a nuestros políticos con maletines y sobres como para perder dinero identificando a estos rojos que mataron nuestros padres y abuelos- decía siempre el constructor y buen amigo del sexo con menores de edad cedidas por centros de acogida del Gobierno de Canarias.

En aquellos tumultuosos años 90 era habitual encontrar restos de las cientos de fosas comunes en los terrenos del Conde, de Bonny, de los Betancores, de todos los que participaron en el genocidio sobre miles de canarios desde el golpe de estado del sábado 18 de julio del 36.

Lo que eran descampados repletos de cardonal-tabaibal y de cultivos de tomates en los años 30-40 ahora eran una mina de oro para las masivas construcciones turísticas:

El constructor dejó un rato a las chiquillas drogadas y las rayas de coca para hacer una llamada a su contacto del Cabildo:

-No permitas al Inspector de Patrimonio Histórico ni a la tropa de arqueólogos perroflautas que se acerquen por nuestro Plan Parcial, esos huesos ya están enterrados de nuevo y a esos giris ya los hemos amenazado con una denuncia en el juzgado-

Ya más tranquilo se entregó a los placeres del sexo con las niñas y narcóticos, el móvil dejó de sonar, ya todo marchaba, la obra era imparable, el centro comercial, el muelle deportivo y el césped del campo de golf ya le olía en sus narices impregnadas de polvo blanco.

La pareja de turistas belgas, el matrimonio integrado por Emma y Lúcás Dubois, se conformaron con las explicaciones de aquella mafia organizada, con la invitación para el año próximo de unas vacaciones gratis en el nuevo complejo con todo incluido, el nuevo pelotazo que ya se construía junto al chilaud y los huesos enterrados junto al hoyo 18.

http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es

Trabajos de exhumación en una fosa común de la guerra civil, en el municipio
 de Gurb (Osona). - Foto:MARC VILA

2 comentarios:

  1. Los negocios siempre van por delante de la justicia. Si lo sabrán los socios de las dictaduras latinoamericanas y del franquismo... Primero el dinero, después, pero mucho después, cualquier otra cosa.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
  2. Cuanto dolor, que rabia e impotencia siento a leer tus escritos. Un saludo Compañero. Salud y República.

    ResponderEliminar